viernes, 6 de mayo de 2016

la mano invisibilizada del mercado

Leemos a Roberto C. Perdía:

Tres integrantes (Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston) del Instituto Federal Suizo de Tecnología, de Zúrich (Suiza), culminaron una investigación sobre la arquitectura de la economía mundial, procurando desentrañar el funcionamiento de la economía global a los fines de darle una mayor estabilidad al sistema. Publicaron su trabajo el 26 de octubre de 2011, bajo el título «La red de control corporativo global» ( The Network of Global Corporate Control ) en la revista científica PlosOne . ( 322 ) Según la información existente, utilizaron una base de datos (Orbis 2007) donde hay una lista de 37 millones de empresas e inversores de todo el mundo. De allí pudieron extraer un conjunto de 43.060 corporaciones trasnacionales vinculadas entre sí. Trabajando sobre la interconectividad de las mismas llegaron a un núcleo de 1318 empresas, cuyas facturaciones representaban el 60% del total mundial. Dando un paso más, encontraron una «superentidad» de 147 empresas, que controla o posee el 40% de la riqueza global. Ese es el «núcleo duro». Dentro de ese grupo, la inmensa mayoría de las 50 más importantes corresponde al sector financiero, comenzando por el Barclays Bank. Al publicarse el informe en la revista PlosOne , sus autores escribieron: La estructura de la red de control de las empresas trasnacionales afecta a la competencia del mercado mundial y la estabilidad financiera. [...] Encontramos que las corporaciones trasnacionales forman una gigantesca estructura como corbata de lazo y que una gran parte de los flujos de control conducen a un pequeño núcleo muy unido de instituciones financieras.  Allí, en ese pequeño grupo de empresas y hombres de negocios, radica el poder económico mundial.(...) Según investigación de David Rothkopf, ex director gerente de Kissinger Associates, el 94% de los integrantes de esos grupos son «hombres», predominantemente de «raza blanca» (europeos y estadounidenses). ( 324 ) En ese selecto grupo están los que deciden. Lo hacen desde instituciones como el G7, el G20, la OTAN. También desde esa particular trilogía confluyen bancos, ONGs, empresas trasnacionales, organismos de seguridad, proveedores de equipos de defensa y también funcionarios gubernamentales, encargados de ejecutar sus acuerdos y ver cómo satisfacen los diferentes intereses cuando priman los desacuerdos. Integran, asimismo, esa privilegiada minoría los integrantes de algunas organizaciones informales como el Grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral y los convocantes a las reuniones de Davos, lugares a los que siempre rodea un aire conspirativo.

De "Montoneros, el peronismo combatiente en primera persona"

viernes, 22 de abril de 2016

una nueva etapa para los movimientos populares


Por Matías Perrone / Resumen Latinoamericano/ 03 de Nov.2015.- Se puede estar muy cerca de una organización, incluso muy adentro, pero sin embargo estar muy pero muy lejos de la política, de la toma de decisiones. Esto desalienta, desnaturaliza el sentido mismo de la participación política.

Es evidente que al segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en el que se recuperó la petrolera de bandera y los Ferrocarriles (entre muchos otros logros), si algo no le han faltado, son exactamente grandes avances concretos de este tipo.

Es un gobierno que con certeza podemos decir que recuperó gran parte del patrimonio del Estado, Soberanía y derechos que habían sido arrebatados.

Pero los resultados de la primera vuelta y el balotaje del próximo 22 de Noviembre, pusieron de relieve la encrucijada que atraviesan las organizaciones populares, en una dimensión de la política que suele ser observada como un mero accesorio de los logros del gobierno: la dimensión de la movilización, la participación y la organización popular.

Según el cro. Roberto Perdía “lo que crea las condiciones para el retroceso que estamos viendo en América Latina, es que los gobierno progresistas no han avanzado hacia cuestiones estructurales (…) A los logros del gobierno no se los ha buscado traducir en organización popular que pudiera ahora contener el avance de las derechas (porque) el kirchnerismo identifica el poder del Estado como su propio poder”, a lo que habría que agregar que hace esto, sin observar que eventualmente tendrá que dejar de contar el aparato y los recursos del mismo, lo que nos deja a las nuevas bases kirchneristas/peronistas en un magro estado de organización, formación y participación.

En la misma entrevista citada, Perdía se refiere a la falta de formación de la siguiente manera: (en culturas) “en la que se impone el sistema mediático, qué cacso le puede importar a la dirigencia la formación política (de las bases), si yo arreglo con un programa de televisión, el más visto, y de esa forma instalo mi candidatura”.

En un sentido similar, el cro. Enrique Mario Martinez señala que “el resultado electoral es consecuencia de que nunca respetamos la participación”. Y que llegamos a la primera vuelta como “la culminación de un proceso donde la democracia se cristalizó en democracia delegativa, donde se sostuvo permanentemente que había que adherir a personas y que los ciudadanos tenían que esperar los resultados. Eso viene desde la época del menemismo y más atrás. Pero (esta lógica) el kirchnerismo la repitió. En el sentido de que todos los interesantes logros sociales que se consiguieron durante la última década, casi su totalidad, fueron atribuidos a el liderazgo de Néstor y Cristina sin ninguna participación popular relevante. En consecuencia cuando la gente se aleja de la política lo que quiere es que las elecciones pasen pronto, que se elija a alguien que sea simpático, que administre su realidad sin molestarlo demasiado (…) La política circula por un espacio de marketing donde el votante termina decidiendo por quién lo va a molestar menos (…) La forma de negociar que el movimiento popular debería llevar adelante es la participación (y/ó movilización), pero eso algo que hay que re-aprender sobre la marcha. El cómo evitar manipular a la gente, para pasar a contar con su participación, eso es algo que está perdiéndose. (…) No es cierto que fue creciendo (la participación política). Basta con mirarlo en términos de generaciones para ver que las manifestaciones de cierres de campaña de Alfonsín y Luder en 1983 no tienen absolutamente nada que ver con los actos de 20 mil, 50 mil personas que es lo máximo que se ha logrado hacer en los últimos tiempos con organizaciones casi administradas. Creo que los sectores medios y buena parte de los sectores populares se sienten ajenos a la política y han sido manejados a través de consignas y por organizaciones de cuadros que fueron llenando los espacios políticos, digitando, diferenciando entre amigos y adversarios. No creo en ese relato del aumento de la participación política. No creo que haya mayor participación política hoy, que hace 30 años.”

Por supuesto que si se recorta el período, no es posible negar el reflujo producido en la cantidad de jóvenes que han vuelto a sumarse a la participación política en los años del kirchnerismo, si comparamos solamente con la oscura década menemista.

Sin embargo urge poner el foco en la lógica delegativa de la que habla Martinez y el tipo de rol que ha tenido en estos años la participación popular, para echar luz sobre las limitaciones que estamos viviendo en torno a nuestra capacidad para tocar las estructuras del sistema, para poner candidatos surgidos de las mismas organizaciones populares y para construir y accionar sobre agendas surgidas de las discusiones de la propia militancia.

Por lo cual todo el campo popular se encuentra frente a un límite histórico que debe saltar, que es el agotamiento de la concepción hegemónica sobre cómo hacer política.

Estas limitaciones se caracterizan por procesos han sido motorizados exclusivamente “de arriba hacia abajo”, desalentando -e incluso hasta reprimiendo- el necesario reflujo que viene “desde abajo”, y que activaría la necesaria relación dialéctica que todo movimiento de liberación necesita para no caer en “ser la orga de pirulo”, en la cual pirulo decide en una mesa chica con sus compañeros amigos y el rol de las bases es principalmente llenar la columna en las marchas.

Por supuesto que esto es una figura esquemática más que simplista, pero que no deja de representar las tendencias fundamentales de la lógica delegativa por la cual se manejan nuestras organizaciones.

Esta lógica que recorre desde la organización más pequeña y silvestre hasta los más altos estamentos políticos, producto sin lugar a dudas de la derrota cultural que sufrimos desde los ´90 y la dictadura, se manifestó “arriba” en lo ocurrido con todos los pre candidatos presidenciales del FPV y el llamado “baño de humildad”. Un “baño” que hubiera sido imposible de darse, si esos candidatos hubieran surgido de procesos de organización y participación popular, y no salidos de diferentes oficinas del Estado Nacional o Provinciales.

Esta lógica delegativa, que aleja los espacios políticos de toma de decisiones del lugar de las bases (que suelen enterarse por facebook o por televisión las decisiones que toman sus propios dirigentes), produce la paradoja de hacer de éstas mismas organizaciones el medio a través del cual la gente trata de acercarse a la política, pero al mismo tiempo no puede acercarse más allá de cierto límite que éstas le imponen, restringiendo su participación a la realización de pintadas, volanteadas, llevar banderas, realizar festivales, fiscalizar en las elecciones, en fin, hechos importantes, secundarios y/ó testimoniales, pero siempre alejados de la toma de decisiones políticas.

Esto crea esa distancia fatal entre la participación popular y la política de la que habla Martinez. Reside probablemente en este punto la causa de la profunda crisis política y desconcierto que se encuentran viviendo hoy las grandes organizaciones surgidas bajo el kirchnerismo, y que sacude sus estructuras, sus orgánicas, sus relaciones internas y las desnaturaliza.

Esta forma de política de los movimientos populares puede haber sido funcional en estos años, pero claramente ha entrado en una fase de crisis, agotamiento y decadencia. Muy necesaria para poder avanzar hacia una nueva y superadora forma de hacer política.

Por supuesto que hay muchos otros factores que juegan en contra de la participación, no se juega solo el partido. Ya sabemos sobradamente de la alienación, de la cultura 2.0 que nos supercomunica pero nos aleja al mismo tiempo, de los medios de desinformación, etc. Pero no es objeto de la nota hablar sobre las herramientas que tiene el enemigo, sino sobre el manejo de las herramientas que tenemos en nuestras propias manos.

http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/11/04/argentina-una-nueva-etapa-para-los-movimientos-populares/

martes, 19 de abril de 2016

Guillermo Moreno en Hurlingham

Guillermo Moreno, secretario de Comercio durante los últimos gobiernos peronistas, brindó una charla el lunes 18 de abril en Hurlingham, ante una importante concurrencia.

Fue presentado por Rafael Berecoechea, referente de Los Negros de Mierda, dentro de La Corriente Nacional de la Militancia. El público desbordó ampliamente el local del Territorio Cultural La Cortada, perteneciente a ese colectivo político - cultural, en Bolívar y Vergara.

Moreno fue precedido en la palabra por el presidente de la CGE, Ider Peretti, el Secretario General de la CGT Zona Norte, José Luís Casares y Gustavo Zapata, Secretario General de CTA Regional Moron-Hurlingham

Entre otros conceptos, Guillermo Moreno dijo: “Fuimos el último modelo del occidente conocido que intentó generar un modelo de inclusión dentro del modelo de producción capitalista”.

"El actual modelo económico mundial genera cada vez más pobres, por eso la contracara es la tercera guerra mundial, porque los desajustes son tan violentos que eso se ordena por el vector de la violencia”.

“La irrupción de Macri en la Argentina es la irrupción de este mundo desigual en la Argentina. Finalmente, lo que está empezando a pasar en la Argentina es lo que está pasando en el mundo, un modelo de exclusión”.

“No voy a discutir cuántos pobres dejamos, dejamos muchos. Pero no hay ninguna duda de que ahora hay muchos más pobres. Este es un gobierno brutal en eso: le quitó la comida a la gente, a través de los aumentos de precios. Este aumento le conviene a las mil familias oligarcas que son dueños de la mitad de las tierras productivas y que ven aumentada su renta agraria"

miércoles, 13 de abril de 2016

los shopping centers, la utopía neoliberal

Por Emir Sader*

En su fase neoliberal, el capitalismo implementa, como nunca en su historia, la mercantilizacion de todos los espacios sociales. Se diseminan los llamados no-lugares –como los aeropuertos, los hoteles, los shopping centers–, homogeneizados por la globalizacion, sin espacio, ni tiempo, similares en todo el mundo.

Los shopping centers representan la centralidad de la esfera mercantil a expensas de la esfera pública en los espacios urbanos. Para la esfera mercantil lo que importa es el consumidor y el mercado. Para la esfera pública, es el ciudadano y los derechos para todos.

Los shopping centers representan la ofensiva avasalladora contra los espacios públicos, son el contrapunto de las plazas páblicas. Son cápsulas espaciales condicionadas por las estéticas del mercado, según la definición de Beatriz Sarlos. Un proceso que homegeneiza a todos los shopping centers de São Paulo a Dubai, de Los Ángeles a Buenos Aires, de la ciudad de México a Ciudad del Cabo.

La instalación de un shopping rediseña el territorio urbano, redefiniendo, desde el punto de vista de clase, las zonas donde se concentra cada clase social. El centro –donde todas las clases circulaban– se deteriora, mientras cada clase social se atrinchera en sus barrios, con claras distinciones de clase.

Los shopping, como ejemplos de no-lugares, son espacios que buscan que desparezca todo lo específico –no tienen reloj ni ventanas–, donde desaparece la ciudad en que está inserto, junto con el pueblo, el país. Esos vínculos son sustituidos por la conexión con las mismas marcas globalizadas de los otros shopping del mundo, liquidando con las diferencias y las particularidades de cada país y ciudad, achatando todas las formas de consumo y de vida.

El shopping pretende sustituir la misma ciudad. Su aparición termina llevando al cierre de los cines tradicionales de las plazas públicas, sustituidos por docenas de salas de los shopping, que promueven la programación estándar de las grandes cadenas de distribución.

El shopping no puede controlar el ingreso de las personas, pero, como por milagro, sólo están ahí los que tienen poder adquisitivo; los pobres están ausentes.

Hay un filtro, muchas veces invisible, constrictivo, otras veces explícito, para que sólo ingresen los que cuentan: los consumidores. Al igual que al capitalismo neoliberal.

Los shopping centers constituyen la utopía del neoliberalismo, un esapacio donde todo es mercancía, todo tiene precio, todo se vende, todo se compra, todo está mercantilizado. Junto con los espacios públicos, desaparecen los cuidadanos y sus derechos. Que sólo interesan mientras sean productores de las mercancías a ser consumidas en los shoppings.

La inseguridad en las ciudades –la real y la explorada por los medios–, el mal tiempo, la contaminación del aire, el tránsito, proyectan a la gente que puede a refugiarse en esa cápsula, que la abriga aparentemente de todos los riesgos. Casi ya es posible nacer y morir en un shopping –sólo faltan la maternidad y el cementerio, hoteles ya hay. La utopía –sin pobres, sin ruidos, sin calles mal cuidadas, sin niños pobres vendiendo chicles en las esquinas o pidiendo limosnas. El mundo del consumo, reservado para pocos, es el reino absoluto del mercado, que determina todo, no sólo quién tiene derecho de acceso al shopping, sino también la distribución de las tiendas, los espacios obligatorios a circular, todo comandado por el marketing.

Como toda utopía capitalista, está reservada para pocos, porque basta el consumo de 20 por ciento de la población para dar salida a las mercancías y los servicios disponibles y alimentar a la reproducción del capital.

Para que esas cápsulas ideales existan, es necesaria la superexplotación de los trabajadores –niños, adultos, ancianos– en las oficinas clandestinas, con trabajadores paraguayos y bolivianos en São Paulo y en Buenos Aires, así como en Bangladesh y en Indonesia, que producen para que las grandes marcas exhiban sus ropas y tenis lujuosos en sus esplendorosas tiendas en los shoppings.

Es un espacio privatizado de las ciudades, reservado para algunos. Cuando jóvenes –como ahora en Brasil– deciden celebrar sus encuentros en los shoppings, causan pánico en los gerentes de las tiendas, que no saben qué hacer, porque no pueden prohibir su ingreso, pero la vez saben que no son los consumidores de lujo a los que están dirigidas las tiendas.

El choque entre el mundo de los shoppings y los espacios públicos tradicionales –plazas, espacios culturales, clubes desportivos abiertos– es la lucha entre la esfera mercantil y la esfera pública, entre el mundo de los consumidores y el mundo de los ciudadanos, entre el reino del mercado y la esfera de la ciudadanía, entre el poder del consumo y el derecho de todos.

Es un choque que está en el centro del enfrentamiento entre el neoliberalismo y el posneoliberalismo, entre la forma extrema que asume el capitalismo contemporáneo y las formas de sociabilidad solidaria de las sociedades que asumen la responsabilidad de construir un mundo menos desigual, más humano.

Emir Simão Sader

Sociólogo y filósofo brasileño, director del Laboratorio de Políticas Públicas (LPP) de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro. Master en filosofia política y doctor en Ciencia política. En sección opinión de La Jornada de México, 21.01.14